martes, 7 de junio de 2011

Cartas a Ignacio

Querido Ignacio,

Anoche te recordé tan vivamente. En mucho tiempo las casualidades, aquellas de las que tanto me hablabas, no se hacían presentes en mi vida. Anoche volvieron.
Caminaba sin y con rumbo fijo, porque bien sabes que anhelaba verlo, y aunque ese era mi deseo planeé cruzar las calles cercanas, quizas pasar frente a su casa, pero jamás llamar a la puerta.
Mientras lo hacía, el corazón se arremolinaba, el estomágo se estremecía y unas ansias enormes se apoderaban de mi. Una especie de espasmo me recorría el cuerpo que, en un ir y venir de sensaciones, me daba segundos de calma.
He de contarte los detalles, por ahora solo te digo que lo he visto, lo he abrazado fuertemente. Que esas sensaciones sofocantes se volcaron en resquicios de alegría. Me siento feliz, muy feliz querido Ignacio, que importa si no estará en mi vida, si esos minutos a su lado, son tan grandes que me hacen creer que durarán para siempre. Sabes que me gusta creerlo, aunque no sea así.

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