miércoles, 11 de mayo de 2011

Reflejo

Desnuda frente al espejo, repaso cada parte de mi cuerpo. Lo que veo a través me resulta incomprensible, es como si al verme, viera a otra persona. En ese afán de conocer a quién esta del otro lado, observo minuciosamente desde los ojos hasta la curva de ambas cejas, cada poro que sobre la frente y la nariz se encuentra, la boca entreabierta y las mejillas con un poco de color entre los pómulos.
Bajo la mirada, giro un poco la espalda, una cicatriz que no recuerdo está ahí. Vuelvo de frente, mis senos se yerguen, pequeños, no muy redondos, y a fin de aceptarlos y reconocerlos míos, los toco un poco. Dibujo la silueta con la yema de mis dedos.
Me giro nuevamente, y en la espalda baja unas líneas delgadas me recuerdan los estirones de la niñez, los cambios de ser mujer. No alcanzó a ver más. Si tuviera un espejo más grande...
Aún así, en la difícil empresa de conocernos, desprenderse y verse como algo ajeno, es un juego de sorpresas y un reencuentro consigo.

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